“Este lugar para mí es imposible no extrañarlo. He tratado de hacer ejercicios en casa, crear obstáculos con objetos, algo suave, pero me hace mucha falta salir. En estos días tenía que ir a hacer un abono en la factura de la energía y agua, me tocaba subir al centro y bajé en la patineta y uff, me sentí viva”. Esas son las palabras de Ana María Correa, quien tiene 21 años y es skater desde los 13 años.
La cuarentena -cuenta- nos ha desestabilizado a nivel mundial en muchos aspectos. Es un problema en el que todos tenemos que actuar, cuidarnos y cuidar de los demás. Aunque algunos no estén de acuerdo con quedarse en casa, lo más conveniente es esto. “Sin embargo, para algunos de nosotros es imposible no estar haciendo lo que nos disipa la mente y nos hace feliz, aunque esto implique hacerlo desde casa o buscar alguna solución para poder ir de manera ordenada”.
Ana, quien es una de las que lidera el colectivo ‘A Lo Mal Hecho’, ha estado en busca de alguna solución, ha intentado hablar con la Alcaldía, pensar qué se puede hacer. Así que con las chicas decidieron hacer una encuesta por Google, donde están proponiendo qué estrategias podrían tener para que se les permita usar el parque de una manera ordenada, separada, y adecuada, porque ya toda su gente extraña estar ahí.
En tono más reposado cuenta que esta situación es algo triste, pero es una situación que nadie veía venir. Además, es imposible no pensar en cómo hacen o harán los vendedores de allí, que viven de sus ventas, o el caso de algunos de los skaters que hacen sus ventas allí. “Aquí, como en cualquier lugar hay muchas historias y problemas que contar, personas que buscan salir adelante y que quizá por el virus y la cuarentena, no podrán realizar o se les dificultará hacer las cosas que antes sí podían. Pero bueno, esta problemática es reciente, es algo muy aparte de lo que ha vivido el skate desde sus inicios. Para esto nos ayudará”.
Ana María, es sincera y no se va con rodeos. A los 14 años aprendió a hacer perforaciones a lo gamín, con aguja capotera. Tiempo después, conoció a un modificador corporal que le enseñó a hacer expansiones, perforaciones, corceles, lengua bífida y escarificaciones. Luego ingresó al skate, que disfruta al máximo. Aquí cuenta lo que siente cuando se sube a la tabla y habla de lo que poca gente conoce del Skate Park La Villa de Pereira, uno de los sitios más concurridos de la ciudad.
Recuerda que cuando ella empezó a montar acá en Pereira, en ningún lado había un buen espacio para hacerlo, así que montaban en Alta Vista o en las calles, y de todo lado los sacaban. “Se creaban muchos problemas, porque nos veían como gamines”, comenta.
En tiempos anteriores, ya habían empezado a recolectar firmas. Hicieron varias peticiones a la Alcaldía para un escenario, y decían que sí, pero cambiaban de Alcalde y no resultaban con nada. “Ahí fue donde empezamos a hacer marchas, se llamaban revolución sobre ruedas, iban en bicicleta, patines y tabla”, dice ella y como siempre le ha gustado lo revolucionario, se iba a las marchas a alegar.
En algún punto, la Alcaldía dijo que sí, la gobernación dijo que lo iba a hacer, dieron el espacio y para todos los procesos de diseño arquitectónico varios de ellos estuvieron presentes, y por fin después de tanta lucha empezó el proyecto del Skate Park. Los que estuvieron en las reuniones, fueron los primeros en montar ahí, incluso antes de que lo abrieran.
“La inauguración fue un 27 de diciembre, fue bacana, vinieron parceras de otras ciudades e hicimos competencias. Fue muy bonito porque poco a poco ve uno que se van uniendo más mujeres a este deporte tan lindo que no tiene género” dice Ana muy entusiasmada.
Este Skate Park de la Villa Olímpica es hasta el momento el más grande de Colombia, sin embargo a Ana, se le hace bastante triste, que la Alcaldía sólo habla del dinero que gastaron para que los alaben, “pero no muchos conocen la lucha que todos nosotros tuvimos para lograr esto”, destaca.
Un parque sin luces
“Nosotros logramos que esto se hiciera, pero no se acabaron los problemas, un espacio tan grande de 6000 metros cuadrados y sin luces, imagínese. Acá venía gente de todo tipo y en la noche no se veía nada, entonces empezaron a robar. La mayoría de los que estuvimos pendientes para que nos brindaran este espacio ya estábamos ocupados trabajando, o haciendo algo, así que no podíamos venir en el día, y en la noche se nos hacía imposible al porque sin luces qué complique.
Peleamos mucho por las luces y no nos ayudaban, el detonante fue cuando mataron a un chino por la esquina más oscura, supuestamente por robarlo, lo mataron aquí mismo en el Skate y desde ahí como ya eso era una vida, algo de peso, ahí si se pusieron a gestionar las luces. Las prendían sólo hasta cierta hora, primero hasta las 9 o 10 y ahora hasta las 11:45 más o menos. Sin exagerar, pasaron unos siete meses para lograr tener las luces”, relata Ana.
Cosas como esta, -sigue Ana-, son de las que nadie habla, pero los prejuicios siempre están. “También me di cuenta que la gente decía: eso les pasa por gamines, ¿gamines? ¿Gamines porque les encanta patinar y aman este lugar? La verdad es que esa palabra es muy denigrante para gente con tan buena energía”, afirma Ana.
En cuanto a los baños, -cuenta- es un tema complicado, porque desde sus primeros días no se cuidaron, y además no había agua. El sitio sólo se abría para guardar los bolsos y podíamos montar con tranquilidad. “Pero, cómo te parece que luego los locos aprendieron a abrirlos y se empezó a poner muy cochino. Así que empezaron a cerrarlos con llave, y esa llave la iban a designar a alguien, pero otra persona se dio cuenta y como esto le dio rabia lo sapió y paila, no nos dieron las llaves”, recuerda.
En cuestión de días, los habitantes de calle empezaron a robar lata por lata para poder abrir la puerta y eso se puso como un vividero de locos. Tocó sacarlos, eso estaba horrible. Así que entre varios hicimos recolecta para comprar ladrillos, el cemento, los químicos para limpiar, y tocó hacer una petición a quienes tenían los trajes adecuados para entrar ahí porque eso era un foco de infección gigante. Los baños se taparon con arena, porque eso estaba vuelto mierda, literal.
Cuando pudieron limpiar con los químicos, nosotros mismos fuimos los que lo sellamos porque la alcaldía nunca volvió a ayudar”, recuerda.
Antes de despedirse, agrega “aquí en Pereira a uno no lo ayudan en nada que tenga que ver con dinero, y si ayudan, es un problema. Por ejemplo, en las competencias, sacan en el periódico si ganamos algo y ahí sí… Liga Risaraldense” ¿Cuál liga Risaraldense?, acá no hay eso”. Ana se marcha.