Esta situación del COVID-19 le ha generado a Michael mucho estrés, el trabajo en casa acompañado con los cuidados necesarios pero excesivos de sus padres pueden llegar a ser molestos para él.
Comenta Michael “he extremado las medidas de seguridad, evito salir y utilizo habitualmente el tapabocas incluyendo en la casa, me siento realmente estresado con la situación que estamos viviendo, no puedo salir por ningún motivo debido a mi condición médica y por protección de mis padres, he intentado salir cerca de la casa pero no me dejan, por el contrario mandan a mis hermanos, esto me genera cierto tipo de molestia, me gustaría salir así sea por periodos cortos de tiempo pero sé que es por el bien mío y de quienes me rodean”.
Michael Leonardo Hurtado Franco nació el 26 de noviembre de 1990 en la clínica privada Cristo Rey ubicada en la capital de Colombia, Bogotá. En ese momento su padre, Enrique Hurtado Beltrán lo estaba esperando con gran entusiasmo, pues un nuevo integrante llegaría a la familia, mientras tanto su madre, Gladys Verónica Franco Aguilar daba a luz al que sería el primer amor de su vida. Un hombre aplicado, poco cariñoso, se relaciona con muchos, pero no es de muchos, callado, pero a la vez atento, creativo, pero no lo manifiesta, soñador como se lo inculcó su familia y perseverante como era de esperarse.
La juventud entra “por la puerta”
Desde niño demostró un gran interés por el fútbol, pasión que compartía con su hermano Edwin Alejandro Hurtado Franco. En el año 2000 ingresaron a la escuela Maracaneiros FC en la que se posicionaron como portero y defensa, esto no duró mucho debido a las situaciones económicas en su hogar, sin embargo, la pasión por ser portero no declinó allí, el paso por el colegio le permitió continuar con este sueño durante un largo tiempo.
Desde muy corta edad se consideró una persona independiente, no compartía lo suficiente con su hermano y con sus compañeros de clase, pero esto cambiaría a finales de noviembre del año 2000 cuando nace su hermana Marcela Gisell Hurtado Franco, con la que formaría un vínculo inseparable y le ayudaría a fortalecer los lazos con las personas que le rodeaban, ya eran cinco los que conforman este hogar.
A nivel educativo su rendimiento no era bueno, siempre se ha caracterizado por ser una persona curiosa e inquieta, uno de los momentos más memorables en su vida es su respuesta en un examen de sociales, su maestra le preguntó por donde habían entrado los conquistadores, a lo que él respondió sin ni siquiera pensarlo “por la puerta”.
Se gradúa del colegio en el año 2008 y un año después ingresó a la Policía a prestar el servicio militar, una vez terminado se presenta a la convocatoria para suboficial de la Policía, pero no fue aceptado por problemas de asma, no le presta mucha atención y comienza a Estudiar enfermería hasta el año 2012.
Una nueva oportunidad
Un día de octubre de 2013, Michael llega luego de trabajar a su casa donde se encuentran sus hermanos, un poco agitado busca su inhalador, cuando ve que no hay manda a su hermana a que le compre uno, mientras ella se dirige a la tienda él se desgonza en la puerta de su casa y comienza a convulsionar, su hermano Edwin con un vecino lo llevan al Centro de Atención Médica Inmediata (CAMI) del Diana Turbay donde lo reaniman, ese día su vida dio un giro de 180°.
Ya eran 29 días en el hospital La Victoria, en el sur de Bogotá, Michael sufrió un paro cardiorrespiratorio que lo dejó en coma, en las últimas semanas los médicos les informaban que él no se levantaría nunca más de ahí, pero fue el amor, la fe y el esfuerzo de toda su familia, quienes, por medio de visitas frecuentes, le daban la fuerza a Michael de salir de esa trágica situación.
Comenta su madre “Lo visitábamos todos los días, para nosotros era importante que supiera que estábamos ahí para él, sus primos y tíos no lo dejaron de visitar ningún día, no perdíamos la fe, aunque los médicos si la dieron por perdida”.
Era el día 30 y su madre se encontraba junto a él en la habitación del hospital, cuando ocurrió lo que los médicos no se esperaban, Michael despertó del coma y las primeras palabras que dijo al ver a su madre fueron «Te quiero Mamá», a los pocos segundos la gran noticia fue conocida por su padre y hermanos quienes le dieron gracias a Dios por ese milagro que veían lejos los médicos.
Un paso a la vez
Pasado un año luego del reposo, Michael comienza a laborar en varios oficios, dentro de ellos en una entidad financiera y como operador logístico, trabajos que no le agradaban en su totalidad por lo cual, en el año 2016, decide estudiar Gestión de Talento Humano, pues la enfermería no había sido de su total agrado.
Desde que sufrió el paro cardiorrespiratorio los cuidados por parte de su familia aumentaron en comparación a años anteriores, presentaba recaídas en las cuales era necesario llevarlo al CAMI del Diana Turbay, donde le colocaron oxígeno por unas cuantas horas para ayudarlo a respirar mejor.
Comenta su madre “Desde que eso sucedió estamos más pendientes de cosas que pueden parecer sencillas, como desde abrigarse bien o lo más importante, que tenga su medicamento siempre”
Reto de superación
En los últimos meses debido a la pandemia que se está viviendo globalmente, los trabajos y estudios fueron trasladados a los hogares y el de Michael no fue le excepción, debido a esto tuvo que optar por el uso de las video llamadas con su amiga y compañera de trabajo Nery, con el objetivo de colaborarse mutuamente en el ámbito laboral.
Michael por su condición médica, debe mantener todas las medidas de salubridad dictadas por el gobierno en estos momentos de pandemia, por ende, sus padres lo sobreprotegen debido a que tiene un alto riesgo de adquirir el virus, si no toma los cuidados pertinentes.
Comenta su padre “tratamos de protegerlo mucho porque él es asmático, nosotros nos preocupamos mucho por su salud, todo el día estamos pendientes de que no vaya a recaer para no tener que correr al centro médico, lo cuidamos y estamos muy pendientes de la limpieza, esto para poder llevar una vida tranquila con él”.