Naldo, como sus amigos lo llaman, se levantaba todos los días a las siete de la mañana a entrenar en el hotel Ali Bay Resort Sorgun, en la ciudad de Antalya. Algo que cambió radicalmente hace poco más de tres meses.
Hace año y medio, Ronaldo Peñarredonda (22 años) pisó Turquía por primera vez. Llevaba en su maleta diez años de experiencia, en los que había aprendido “de la danza colombiana, ballet clásico y contemporánea”.
Se despidió emotivamente de su madre y su hermano menor en el Aeropuerto Internacional El Dorado el 7 de enero del 2019, para subir al avión que lo llevaría a su nueva aventura. “Yo sólo había visitado tres países: México, Ecuador e Italia, pero vivir en otro país era otro nivel”, contó Ronaldo.
“Mi hijo siempre tuvo grandes sueños y aspiraciones. Nunca pensé que la danza lo fuese a llevar tan lejos, a un país como Turquía. Me siento muy orgullosa de él”, expresó la madre del bailarín, Paula Andrea Arias. Con voz entrecortada, agregó que “me llegó con el cuento de que se quería ir a otro país y que un amigo le estaba otorgando la oportunidad. Tenía que hacer una audición y la pasó”.
Paula, una madre cariñosa y dulce con sus dos hijos, tuvo que ver partir del nido al mayor de ellos, en busca de materializar sus sueños. Ella lo extraña y lo recuerda con nostalgia.
El coronavirus llegó a Turquía el 11 de marzo y desde entonces, el hotel tomó medidas sanitarias con sus visitantes y empleados. “La empresa tuvo una inmediata respuesta para proteger al elenco de bailarines. El 80% de empleados que residen en Turquía, fueron despedidos”, expresó Ronaldo. Afortunadamente, él no estuvo entre ellos. El hotel tiene estrictos cuidados con los empleados, para quienes ubicó desinfectantes en las zonas estratégicas y les toma la temperatura antes de iniciar la jornada laboral.
Los hoteles tienen ganancias gracias al turismo, pero sin huéspedes no reciben ingresos. con gran tristeza, Jhon Freddy Castro, maestro y director artístico de la Compañía de Danza del Quindío, cuenta que “los artistas dependemos de la cantidad de espectadores que estén presenciando el show o la muestra artística. Pero en situación de cuarentena, estamos amarrados de manos, no tenemos presente el objetivo de nuestro arte, que son los aplausos de la gente”.
La exportación de bailarines colombianos es un negocio sumamente cotizado por las compañías extranjeras, que buscan grandes talentos. Según un artículo publicado por Semana Rural, aproximadamente 100 caleños viajan a más de 72 países a ofrecer sus servicios como artistas en cruceros, casinos, hoteles, parques de diversiones, restaurantes y otros sitios turísticos del mundo. Naldo hace parte del grupo de colombianos artistas en el exterior.
Este joven cuenta con una muy buena hoja de vida como bailarín. Estudió bachillerato artístico en la escuela de formación artística y cultural Fundanza, desde grado 6 hasta 11. “En el colegio era muy recochero y vago. Me tiré séptimo año, pero no me arrepiento, porque fue un año que tuve que repetir y me dio experiencia personal y artística”, agregó, con una risa nostálgica. Luego comenzó a laborar en el Parque Nacional del Café, en el Show del Café, y este espectacular evento lo llevó a Turquía.
En Colombia; como en el mundo, existen todo tipo de artistas: bailarines, pintores, teatreros, cuenteros, músicos. Hoy en día, su nuevo enemigo, que se hizo famoso en cuestión de meses, llamado COVID-19, les ha arrebatado a muchos de ellos la esperanza y su sustento diario. “Tengo una colega que se encontraba en China en el momento del brote del virus, teniendo un contrato firmado por un año, llevaba cuatro meses de trabajar allí y fue regresada a Colombia de inmediato, sin ninguna garantía o remuneración”, dijo Naldo.
Ahora, el joven bailarín está a la espera, como muchos otros colegas, de que esta situación mejore. “Los artistas somos seres que podemos transformar el arte de infinitas formas. Considero que mi situación en este momento no es precaria, pero no puedo asegurar cómo será en algunos meses”, finalizó Peñarredonda.
Los pies de los bailarines deben estar más fuertes que nunca para pisar este escenario nuevo, que es incierto, pero enriquecedor en otros aspectos. Dando pasos de salsa, de chachachá, de cumbia o de joropo van a lograr salir ilesos y con muchas más ganas de comerse el mundo bailando.