En la vía a Armenia, a 10 minutos de la ciudad de Pereira hay un desvió en carretera destapada que conduce a un lugar lleno de fe y de paz conocido como el Santuario de la Virgen del Jordán.
Cientos de fieles visitan este lugar a lo largo del año para llevar allí sus peticiones o agradecimientos, en caso de que ya se les haya concedido uno de sus milagros pedidos. Personas han visitado este lugar para sanar, bendecir o redimir sus vidas, haciendo el viacrucis e incluso muchas personas solo realizan el viaje desde sus lejanas casas para embotellar agua bendita.
“Esta agua que recogemos aquí es bendita porque todo el lugar ha sido santificado con la presencia de la virgen” quita dolores, depresiones y sirve para bendecir la casa y la familia.
Mientras se hace el recorrido por el lugar se puede observar cómo hay cruces clavadas en la tierra, pues cada cruz es una petición, un milagro o simplemente un agradecimiento por algún acto milagroso realizado en la vida de las personas que visitan este místico lugar.
El sonido que habita en este lugar es algo armonioso pues se pueden percibir las voces de cada uno de los fieles mientras oran y hacen sus peticiones a la virgen del Jordán mientras el cantar de los pájaros envuelve este murmullo de fe hace que este lugar se convierta en una orquesta sonora de divinidad y serenidad.
El color verde y agradable clima hace aún más llamativo este paraíso santo, la amabilidad de quienes trabajan en el lugar es el complemento perfecto para hacer de este sitio un lugar acogedor para toda la familia.
Recorrido por el Santuario de la Virgen del Jordán, el cual desde hace años se ha convertido en uno de lugares más concurridos de Pereira. Sitio de fácil acceso para peregrinos que vienen de distintos lugares del país, atrapados por su historia y apariciones de la Virgen.
Los visitantes
De ojos color miel, contextura gruesa y de cabellera rebelde conocido como el “patrón” del lugar Juan Carlos Ángel sale de su hogar tipo 7 de la mañana para llegar a su lugar de trabajo ubicado en la entrada del parque y santuario de la Virgen del Jordán. Mientras come una bolsa de maní y el viento mueve sus crespos rebeldes va narrando el Milagrito que la virgen le hizo a la niña Laura en 1991, cuenta como su padre y el donaron a 100 años el terreno donde es hoy el santuario.
En un principio no habían puestos de ventas, pero con el pasar de los meses se fue llenando de gente la entrada de dicho lugar con artículos tales como camándulas, velones, estampillas y pulseras donde Juan Ángel puso cartas sobre el asunto y les explicó que nada en el lugar podría tener un valor monetario ya que era un lugar santo y dentro de las peticiones que la virgen le hizo a la niña Laura iba incluida esta regla.
Lo que más sorprende a Juan Ángel es el nacimiento de agua que empezó a brotar de la noche a la mañana desde que la virgen apareció en este lugar, cuenta que desde aquella aparición la tierra empezó a ser húmeda y un poco espesa.
Dice con picardía “Para mí eso fue la mayor muestra de divinidad, porque estaba un poco incrédulo ya que la persona que vio la virgen fue la niña Laura no yo” desde ese momento empezó su gran devoción a la virgen. La Virgen del Jordán.
El santuario de la virgen del jordán cuenta con aproximadamente entre 3.000 y 4.000 hectáreas que se compone en bosque, parqueaderos y zonas comerciales donde cada día se ven los fieles y devotos depositar sus oraciones y peticiones a dicha divinidad.
El agua bendita que brota de estas tierras es lo más perseguido por la gente cuenta Juan Ángel que dicha agua a salvado a más gente del cáncer que las propias quimioterapias “La fe mueve montañas” afirma Juan Ángel lleno de seguridad.
La música natural de este lugar es lo que más le gusta y tranquiliza a las personas, su recorrido de oración y sus armoniosos sonidos se han vuelto esenciales para algunos de sus fieles. Cada 8 días los domingos hay clientes constantes los cuales dejan arreglos florales y embellecen las estatuas de yeso las restauran y pintan para que permanezca en perfecto estado el santuario.
Se ha vuelto en un paseo familiar un parche sano porque no hay nada más delicioso que ese olor que trae el viento a eso de las 11 am, ese olor a sancocho de gallina hecho en leña que se vende en la entrada es una berraquera.
“Eso de la fe es algo muy berraco ya que hay personas que hacen ayuno de oración desde las 6:00 pm hasta las 6:00 Am chupando frío de lo lindo” cuenta Juan Ángel, pero amando y sintiendo paz en su corazón.
Experiencias y vivencias hay miles entre selva y tierra santa como las que a continuación nos relataran estos visitantes de este armonioso parque.
Margarita Bermúdez 91 años
Con voz tierna, manos tarjadas, brillo en sus ojos y cabello como la nieve es Margarita o como le gusta ser llamada “Margara”.
“Para mi desde muy pequeña se me inculco la devoción y fidelidad a la virgen ya que mi madre era fiel devota de ésta porque me contaba ella que gracias a la virgen es que yo nací”.
El asistir los miércoles se ha vuelto más sagrado que “pan para el desayuno” dice que lo que más disfruta en la vida es orar y encontrarse con Dios y qué mejor lugar para hacerlo que en el Parque de la Virgen del Jordán.
Cuenta cómo a sus 91 años y con dificultad va con sus nietos y les pide que graben los sonidos de los pájaros ya que su cantar para ella es un coro casi como el de los ángeles, pues de joven quiso ser avistadora de aves, pero los gajes de la vida le hicieron tomar otro rumbo.
Cada miércoles dedica 2 horas a orar y pedir por el mundo ya que para ella todos estamos en un punto crítico y necesitamos ayuda divina. Después de orar cierra sus ojos y se deja llevar por los sonidos hermosos que le ofrece este lugar el “silencio es la paz que a veces necesitamos escuchar” dice Margarita.
Felipe Bedoya 40 años
Le sale un tono de sarcasmo y dice “Yo vengo acá es a rezar no por el sancocho y las arepas de choclo que venden a la entrada”. Entre risas cuenta cómo los domingos hay algo que lo hace parar de su cama y organizarse, pues no es tanto la devoción, es el sancocho que sin falta alguna se degusta cada domingo.
Mientras conduce su carro cuenta: “ya me huele, ya me huele” refiriéndose a este plato que para él es uno de los más ricos que se ha comido, claro que va y ora un rato, pero en sí su plan es ir a degustar ese delicioso almuerzo hecho en leña.
Somos tan diferentes que disfrutamos de un solo lugar de diferentes maneras, unos quizá por salud, otros por devoción y otros simplemente degustando un plato típico y es ahí donde nacen los lugares únicos, lugares que acogen a todos de una manera única para cada persona.
Diferentes vivencias son las que se viven en este bosque , sonidos, aires, olores y sabores enamoran a cada una de las personas que llegan a depositar sus oraciones en este lugar y no hay mas hermoso tributo que el pasar la voz y contar que en la ciudad de Pereira hay un “parque santo” donde todos son bienvenidos.